Mis libros

Pablo nunca imaginó que una hermana era un problema tan grande que le iba a dejar sin los paseos por la playa y la búsqueda  de conchas.

Los ratones viven una nueva aventura y que mejor sitio para hacer travesuras que la escuela. Instrumentos para dar un concierto, la vajilla rota, pero encuentran la clase de plástica y podrán hacer una obra de arte. Tal vez alguno acabe bañado en pintura.

A punto de empezar el verano, no dudan en preparar el equipaje y subirse a la autocaravana para irse a la playa. Allí experimentarán nuevas sensaciones, descubrirán lugares y tratarán de pasárselo bien.

Un texto sencillo, medido y el uso del encadeamento son los elementos que prenden los lectores a esta historia y que nos dejan en ese final rotundo, que deja traslucir en los ojos de los lectores cuáles son las historias que les interesan. Un libro para compartir que nos recuerda cuáles son los recursos que debe tener la literatura para los más pequeños.

Partiendo de la estructura y de las protagonistas de un cuento de la tradición gallego-portuguesa, se crea una historia actual, pero sin renunciar a los recursos clásicos de la literatura de transmisión oral.

Leocadio es un león al que no le gusta hacer lo que hacen los otros leones. Se asusta cuando sus hermanas juegan a clavarse las uñas unas a otras. Más que cazar cebras o antílopes, le gusta jugar con ellos.

A Iria le gustaba sentir la caricia del sol al atardecer. Sentía curiosidad por la noche y la luz de la luna.

Una aventura llena de humor protagonizada por un personaje entrañable que lleva muchos años despertando la imaginación de los niños y que se ha convertido en un clásico de la literatura infantil gallega.

Un libro que refleja la ternura y el instinto de protección que suscita en los lectores adultos la figura del protagonista, indefenso ante cuanto le rodea y al que espera un largo proceso de aprendizaje.

Aníbal tiene una manía: quiere penetrar en el interior de la tierra para saber cómo es por dentro y descubrir todos los secretos que guarda. Pero para penetrar en la tierra hay que ser pequeño como un ratón. De modo que Aníbal decide encoger todo lo que pueda.